La fotógrafa Hannah Reyes Morales pasó dos años fotografiando a los niños boxeadores de Camboya, durante sus entrenamientos en un circuito local.

El deporte que practican estos infantes se denomina Prodal o Boxeo Jemer, se trata de un modo de pelea tradicional camboyano, similar al Muay Thai tailandés, que funge como un escape a la pobreza para las familias rurales.

Los niños, que oscilan entre los seis y doce años, son considerados virtuosos en sus comunidades, a la vez que ganan entre siete y diez dólares por victoria. Si hacen carrera en el mundo de las peleas puede que sean patrocinados por algún gimnasio de la capital o en Tailandia, donde su entrenamiento, educación, alimentación y estadía será cubierto.

La palabra Prodal viene del idioma Jemer y significa en español «golpear» o «combatir». Su origen se remonta a los tiempos del Imperio de Bayón entre los siglos VIII al XV y, seguramente, a la misma génesis de la cultura jemer. El Prodal es una disciplina básicamente desarrollada en el contexto de las numerosas batallas que los jemeres sostuvieron a lo largo de su historia.

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Los pequeños boxeadores alternan la fiereza del deporte con la vida infantil. Morales comenta: «Los vi transformarse de niños a boxeadores instantáneamente. Como boxeadores mostraban confianza y agresividad, el siguiente minuto volvían a ser niños, riéndose y emocionados por mostrarme sus dibujos».

Como sucede con la mayoría de las actividades deportivas, el Prodal siempre mantuvo una estrecha relación con los hechos políticos de Camboya. Esta en particular se vio afectada por los acontecimientos bélicos del país, especialmente entre 1970 y 1993.

Los Jemeres Rojos prohibieron la práctica de este deporte durante su régimen (1975-1979) y asesinaron a sus maestros, pero poco a poco el país se fue recuperando y el deporte volvió a tener el puesto que había tenido en el pasado.

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