Kumari: Las niñas diosas de Nepal Delay Magazine diciembre 10, 2014 Fotografía Facebook Twitter WhatsApp Email Han pasado más de dos décadas desde que Rashmila Shakya, de 33 años de edad, llegó a la pubertad y fue relevada de su puesto como Kumari, o diosa virgen de Nepal. Las Kumari son niñas pre adolescentes a quienes se le considera como diosas vivientes en Nepal. En idioma sánscrito, ku-mari significa «fácil-muere», que era el nombre que recibían los bebés en la India, debido a que la medicina no podía evitar la altísima mortalidad infantil. Después, en idioma nepalí, Kumari pasó a significar «niña virgen». «No recuerdo mucho de los primeros años de esa época porque era muy joven», comenta Shakya. «Es a partir de los 6 años que te das cuenta que eres una diosa viviente y te empiezas a acostumbrar a ser adorada», reflexiona. Rushmila fue escogida a los 4 años luego que un cuidador Kumari la encontró y confirmó, más allá de un horóscopo prometedor, que no tenía defectos físicos cumpliendo los 32 atributos corporales y psicológicos de Buda. Las Kumari son seleccionadas dentro de la casta shakia, perteneciente a la comunidad nepalesa de Newari, predominante en el valle de Katmandú. Las Kumari son veneradas e idolatrada por algunos de los hinduistas del país, como también por budistas nepalíes, pero no por los budistas tibetanos. Si bien existen muchas Kumaríes a lo largo de todo el territorio nepalí, contando que algunas ciudades ostentan varias de ellas, la más conocida es la Kumari real de Katmandú. Ella vive en el Kumari Ghar, un palacio en el centro de la ciudad, en una zona conocida como Basantapur. El proceso de selección es especialmente riguroso para las candidatas. La actual Kumari real, Matina Shakya, fue ungida en el 7 de octubre del 2008 a los tres años de edad. La Kumari real de Katmandú, a diferencia de la otra decena que residen en ciudades cercanas a la capital, ha de tener un zodiaco similar al del presidente de la república para asegurar la buena ventura del país. Como encarnación de la diosa Taleju (Durga en India), tiene que superar varias pruebas que aseguren su valentía, como velar cabezas de ganado muerto durante una noche. El gobierno de Nepal empezó a ofrecer tres horas de clases particulares a las niñas diosas tras el caso de Rushmila Shayka. “Mi hermana tuvo muchos problemas cuando dejó de ser Kumari real. A los 12 años iba a la misma clase que nuestra hermana de seis. Andaba por la calle con la cabeza erguida y sin atender al claxon de los coches. Se perdía y no sabía cómo hablar con extraños”, describe Surmila, hermana de la ex Kumari de Katmandú. Tras su encierro, Rushmila publicó el libro «From Goddess to Mortal: The True Life Story of Kumari» (De diosa a mortal: La vida de una Kumari) y el revuelo causado por sus memorias dio lugar a la modificación de algunas prácticas dentro de la tradición. El gobierno de Nepal no solo estableció la educación de las niñas por ley, sino que ahora concede un estipendio de 3.000 rupias nepalíes (22€) mensuales para la educación de ex Kumaris y un total de 50.000 (369€) para gastos en el futuro matrimonio. “Escribí el libro para dar a conocer esa realidad y acabar con la rumorología que rodea a esta tradición”, explica Rushmila, que a sus 33 años teme que la sociedad crea en otra de las supersticiones en torno a ellas; la leyenda urbana cuenta que los futuros esposos de las niñas diosas mueren poco tiempo después del enlace. Rushmila sonríe durante todo el tiempo y titubea al opinar: “Yo no tuve una infancia normal. Creo que hay adaptar las costumbres a los tiempos que vivimos sin afectar a las raíces culturales”. Como diosa, Rashmilla vivía una existencia de privilegios extremos en un claustro ornado, pero también una vida de aislamiento. Ella sólo podía salir del palacio de Basantapur pocas veces al año, cuando era paseada por la capital en un carroza tirada por devotos. Tampoco podía visitar su casa y su familia. Su contacto con el mundo exterior era mínimo, mostrándose en momentos muy puntuales en los balcones del palacio para poder ser vista por súbditos y curiosos. La Kumari tiene que vestir de rojo todo el tiempo, su pelo está atado en un moño que daña permanentemente la línea del cabello, y tiene que llevar un tercer ojo místico dibujado en la frente para apartar los malos espíritus. Si quieres saber más sobre las Kumari puedes revisar el libro de la ex diosa virgen viviente Rashmila Shakya, «From Goddess to Mortal: The True Life Story of Kumari» (De diosa a mortal: La vida de una Kumari), aquí. Facebook Twitter WhatsApp Email Hacer Comentario Cancelar RespuestaSu dirección de correo electrónico no será publicada.ComentarioNombre* Email* Sitio Web Current ye@r * Leave this field empty