La excelente película American Sniper, protagonizada magistralmente por Bradley Cooper y dirigida por Clint Eastwood, se ha convertido en un éxito de taquilla a la vez que ha sido nominada a seis premios Óscar. El film está basado en la autobiografía del fallecido soldado Chris Kyle, titulada “Francotirador: La autobiografia del francotirador más letal en la historia de Estados Unidos de America”.

La película presenta los diversos combates que vivió Kyle durante la guerra en Irak, en un período de más de 6 años, como parte del equipo de Mar, Aire y Tierra de la Marina de los Estados Unidos (conocido como SEAL por sus siglas en inglés), así como los cambios psicológicos que sufrió tras su estancia en el Medio Oriente.

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos reconoce que durante ese periodo Chris Kyle dio de baja a 160 personas, confirmadas, aunque él aseguraba que en realidad logró 255. Por ello, se le reconoce como el francotirador más letal de la historia militar de los Estados Unidos.

Kyle no fue ajeno a la controversia asegurando que “amaba la guerra” y que matar le parecía “divertido”. Llegó incluso a decir que “no le importaban una mierda los iraquíes”, agregando que “odiaba esos malditos salvajes”. Su autobiografía posee ciertas anécdotas que han sido probadas como falsas, como un supuesto encuentro con el ex Gobernador de Minnesota Jesse Ventura (quien también fue SEAL durante su juventud) donde supuestamente Kyle lo habría golpeado. Al parecer también solía contar a los medios de comunicación historias bastante improbables.

Sin embargo, si la película es tomada como ficción es una excelente opción para ver. Por otro lado, es difícil no recordar otros films con historias similares como “Enemigo al acecho”, así como comparar la carrera de Kyle con otros francotiradores  célebres de la historia y descubrir lo “exitosos” que fueron algunos de ellos.

A continuación cuatro francotiradores más mortíferos que Chris Kyle.

Simo Häyhä

Apodado “La Muerte Blanca”, el francotirador finlandés Simo Häyhä posee 505 muertes confirmadas (más de 700 si se toman en cuenta las que carecen de otro testigo). Si bien pertenecía al ejército de Finlandia desde 1925, este campesino de Rautjärvi, región que hace frontera con Rusia, inicia su carrera en combate como francotirador en la Guerra de Invierno de 1939, en la que su país se enfrentó a la extinta Unión Soviética.

En menos de 100 días Häyhä, combatiendo en temperaturas de -40 grados centígrados, con una mira de metal, ya que las de vidrio delataban su posición al reflejar la luz y podían dañarse con el frío, acabó con la vida de 505 soldados soviéticos. Häyhä muchas veces actuó sólo por lo que se decía que pudo haber llegado fácilmente a los 700 muertos. Todo esto con un rifle Mosin–Nagant modificado.

La carrera de Häyhä terminó abruptamente cuando el poderoso ejército soviético supo de su existencia. Sin embargo, no fue tarea fácil acabar con él. Primero enviaron otro francotirador a liquidarlo, Häyhä se le adelantó.  Luego enviaron un equipo de francotiradores, Häyhä los venció. Posteriormente enviaron a un batallón y, tras un gran número de bajas, Häyhä volvió a prevalecer. Fue durante un encarnizado combate donde el finlandés fue alcanzado por una bala soviética que le arrancaría la mitad de su rostro en 1940. En ese caso, no se trató de una operación específica dirigida hacia él. Häyhä estuvo en coma por más de 13 días, cuando se levantó no más para enterarse que ambos países habían llegado a un acuerdo de paz. Si bien sus heridas de combate dejaron importantes marcas en su cuerpo Häyhä siguió siendo un excelente tirador en tiempos de paz, y solía ir de caza junto al presidente de Finlandia Urho Kekkonen. Murió a los 96 años en 2002. Cuando se le preguntaba si se arrepentía de matar soldados invasores solía responder: “Simplemente cumplí un deber e hice lo que se me pidió, de la mejor manera que pude”.

Francis Pegahmagabow

Tres veces condecorado y herido dos, Francis Pegahmagabow fue el francotirador más efectivo de toda la I Guerra Mundial.

Pegahmagabow, que provenía de una familia indígena canadiense, fue el soldado más condecorado por valentía en la historia de ese país, con más de 378 muertes confirmadas de alemanes, así como 300 capturas.

Conocido como todo un temerario, parte de las condecoraciones de Pegahmagabow provenían de sus dotes como mensajero bajo fuego enemigo cerrado, así como por dirigir riesgosas operaciones de rescate y de búsqueda de municiones cuando a su batallón se le agotaban en pleno combate.

Si bien considerado un héroe por sus camaradas, fue parcialmente olvidado al volver a su tierra natal, aunque más adelante se convertiría en un activista por los derechos de los pueblos pre-colombinos de América del Norte.

Lyudmila Pavlichenko

La francotiradora soviética Lyudmila Pavlichenko posee en su historial más de 309 bajas confirmadas. Su carrera comienza a los 24 años con la invasión alemana a la URSS, alistándose como voluntaria en la armada y convirtiéndose en una de las dos mil francotiradoras del Ejército Rojo.

Pavlichenko luchó por dos meses y medio en Odessa, donde logró más de 187 muertes. Posteriormente, tras la ocupación de esa ciudad, fue transferida a Sebastopol, en Crimea, por 8 meses donde se le reconocieron más de 257 muertos. Sin embargo, sus bajas confirmadas en todo el conflicto se reducen a 309, 36 de las cuales fueron francotiradores enemigos.

Al igual que Häyhä, Pavlichenko fue herida en combate, por fuego de mortero enemigo. Debido a su fama, fue retirada del frente poco después de su total recuperación.

Pavlichenko se dio a conocer en occidente tras su visita a Norteamérica, donde incluso llego reunirse con el presidente Franklin Delano Roosevelt.

Vasili Záitsev

El francotirador soviético Vasili Záitsev es probablemente el más conocido de la historia, inspirando novelas e incluso películas como “Enemigo al acecho”.

A Záitsev se le adjudican más de 242 muertes de oficiales y soldados del ejército alemán, así como de otras fuerzas del eje, durante la II Guerra Mundial. 11 de estas bajas fueron francotiradores, algunos de los cuales tenían la orden expresa de liquidarlo, si bien el duelo retratado en “Enemigo al acecho” ha sido declarado por historiadores como Antony Beevor como una exageración.

“Mataba a cuatro o cinco alemanes todos los días”, escribió Záitsev en sus memorias, que se centran en su actividad en la batalla Stalingrado. Este soldado y maestro, cuyos alumnos también se foguearon en ese sangriento episodio de la guerra, creó diversas técnicas de ataque conjunta. De hecho, en otro pasaje de sus memorias, Záitsev impide a su equipo de tres parejas de francotiradores disparar contra unos oficiales que, creyéndose seguros, están lavándose junto a una trinchera. “Esos tipos solo son tenientes”, les señala. “Si malgastamos balas con la pescadilla los peces gordos nunca asomarán la cabeza”. Záitsev siempre dio prioridad a oficiales, mientras más alto el rango mejor, así como a francotiradores enemigos.

En enero de 1943 Záitsev sufrió graves heridas en los ojos causadas por granadas de mortero. El profesor Vladímir Filátov logró restaurar su visión y pudo regresar más tarde al frente para terminar la guerra en el río Dniéster con el grado de capitán.

La URSS tuvo otros francotiradores más mortíferos que Záitsev aunque menos conocidos, es el caso de Fyodor Okhlopkov e Ivan Sidorenko, ambos sumamente efectivos durante la II Guerra Mundial.